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El profesor es el factor más determinante de la calidad educativa, pero cada ve está más cansado y más solo y es menos respetado en unas aulas donde ha empeorado el clima de convivencia y que ofrecen al docente pocos incentivos profesionales para mejorar. Los maestros de Primaria tienen peores competencias en lectura y matemáticas que los docentes de Secundaria e incluso que la media de trabajadores con formación universitaria. El rendimiento lector tanto de unos como de otros ha empeorado en la última década. Los profesores de Secundaria «llegan con unas mayores competencias académicas, pero su preparación dista de ser adecuada para enfrentarse a la realidad de los centros educativos».
Estas afirmaciones proceden de un informe realizado por el think tankEsadeEcPol sobre el estado de la profesión docente en España que ve la luz en pleno arranque de las negociaciones entre el Ministerio de Educación y los sindicatos para mejorar la carrera profesional de un colectivo que integran 780.000 personas en España.
El trabajo dirigido por Lucas Gortázar, director de Educación de EsadeEcPol, alerta de que el profesorado tiene «enormes retos» -por no decir problemas- en su «formación y desarrollo profesional». A partir de los datos del informe PIAAC, apunta que los maestros de Primaria sólo consiguen 270 puntos en lectura (ocho menos que los que tenían en 2011) y 275 puntos en matemáticas (cinco más que hace una década). Estos resultados les dejan muy por debajo de los profesores de instituto, que logran 291 puntos en lectura (ocho menos que en 2011) y 292 puntos en matemáticas (tres menos que hace 12 años).
Las puntuaciones de los maestros también son inferiores a las de la media de trabajadores con formación universitaria (280 en lectura y 277 en matemáticas), que también han empeorado desde que PIAAC examinó a la población adulta de la OCDE en el curso 2011/12.
"Brecha cognitiva"
«Hay una brecha cognitiva entre los maestros y los profesores de Secundaria que tiene que ver con la nota de corte, que en el primer caso selecciona a alumnos con unas calificaciones más bajas», explica Gortázar, que insta a las autoridades educativas a «elevar las perspectivas académicas» de la carrera de Magisterio, algo que se puede conseguir o bien «ajustando la oferta a la demanda porque se forma a más maestros de los que se necesitan» o bien poniendo una prueba de acceso al grado, como existe en Cataluña o Baleares.
«Vemos claramente que los maestros de Primaria tienen lagunas académicas y que los profesores de Secundaria tienen lagunas pedagógicas», señala Gortázar. «En Secundaria, los retos del profesorado tienen que ver con la menor preparación pedagógica para la gestión del aula y una relación menos vocacional con su profesión», insiste el estudio. Se sustenta para afirmarlo en los datos de TALIS, que indican que España es uno de los países de la OCDE peor preparados para enseñar en contextos diversos: sólo el 35% de los docentes ha sido formado para dar clase a grupos donde hay alumnos con distinto nivel académico (tenemos el porcentaje más bajo por detrás de la República Checa).
PISA también revela que sólo el 34% de los profesores españoles se dejan observar por compañeros con mayor experiencia (la mitad que en el conjunto internacional) y que sólo el 56% se somete a evaluaciones de rendimiento, mientras que el 78% de los profesores de la media de la OCDE sí son evaluados.
«El profesorado de Primaria tiene una mayor vocación profesional hacia la educación, un mayor compromiso social, una mayor intensidad en la participación en formación continua o una mayor capacidad de manejo de entornos multiculturales con respecto al profesorado de la ESO», advierte el informe de EsadeEcPol, que advierte de que estas habilidades son cada vez mas importantes ante un alumnado cada vez más diverso y con más necesidades.
El informe alerta, en este sentido, de que «están empeorando las condiciones sociales del alumnado» porque la pobreza infantil ha subido cinco puntos porcentuales desde 2018; la proporción de alumnado de origen migrante «ha crecido considerablemente», hasta el 32% en 4º de Primaria (10 años), y «la crisis de bienestar y salud mental también es notable», pues los jóvenes de 15 años que sienten ansiedad han pasado del 11% registrado en 2018 al 20% actual.
En este contexto, «el clima de aprendizaje en las aulas ha empeorado, tanto en primaria como en Secundaria», según constata PISA, mientras que en la media de la OCDE y de la UE ha mejorado. Es la primera vez que EsadeEcPol habla en sus informes de un empeoramiento del aprendizaje en las aulas.
¿Tiene que ver el abuso de las pantallas por parte de niños y adolescentes con el aumento del malestar emocional? «Yo diría que sí, que las pantallas tienen que ver», responde Gortázar. «La evidencia causal y rigurosa sí que apunta a una relación entre el aumento del uso de smartphones y la reducción del sueño o del bienestar socioemocional. Es la dirección en la que van los primeros indicios, aunque la comunidad científica tiende a ser lenta en sus conclusiones», añade.
Tampoco ayudan las condiciones laborales de los profesores, pues hay más temporalidad que antes, «el calendario escolar más comprimido en meses tensiona su día a día» y se mantiene una «inacción de políticas docentes que está teniendo consecuencias negativas sobre el atractivo de la profesión».
¿Qué medidas se pueden tomar? El informe plantea «elevar el prestigio del grado de Magisterio, mejorar la formación pedagógica inicial del profesorado de Secundaria e instaurar un MIR para el profesorado que incremente la exigencia desde la entrada en la profesión a cambio de condiciones más atractivas», así como poner en marcha un sistema «voluntario» de evaluación e incentivos «que promueva el crecimiento profesional del profesorado». Es decir, mejores condiciones laborales para los que se presten a ser evaluados.