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Israel vuelve al frente libanés del 1983

El ejército israelí ordena la evacuación de un área más allá del río Litani, forzando el éxodo de miles de personas

Un hombre corre a ponerse a cubierto trasun ataque aéreo israelí en Dahiyeh, Beirut.
Un hombre corre a ponerse a cubierto trasun ataque aéreo israelí en Dahiyeh, Beirut.AP
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El doctor Hatem Yehya ha sido un testigo de excepción de la última escalada bélica a la que asiste el Líbano. Primero, por su trabajo. Es oftalmólogo en Nabatiye y allí tuvo que asistir a "más de 250 víctimas" de las explosiones de los buscapersonas distribuidos entre las huestes de Hizbulá, que estallaron el 17 de septiembre.

Gran parte eran militantes o simpatizantes de la formación armada, pero también hubo muchas víctimas entre sus familiares.

"El 80 por ciento de la gente que tuve que operar había perdido un ojo. El nueve por ciento, los dos. Les teníamos que sacar decenas de pequeños objetos brillantes de la cuenca [del ojo]. No sé lo que eran", relata.

El facultativo no esconde la agitación que le genera la presente crisis. Ni la zozobra que acumula ante las imágenes con las que ha tenido que lidiar en estas últimas jornadas.

"Había un niño de dos años que perdió los dos ojos. Llevaba el 'busca' a su padre cuando explotó", rememora con la voz temblorosa.

Vecino de Nabatiye Fawqa, Yehya se cuenta entre los miles de libaneses que han tenido que huir del sur del país desde principio de la semana conforme Israel añadía localidades que exige que sean evacuadas ante una más que previsible intensificación de la ofensiva de su aviación en esas zonas. Nabatiye Fawqa y la cercana urbe de Nabatiye -una de las mayores metrópolis del sur del país- fueron incluidas este jueves en esos avisos.

"Es la primera vez que tenemos que irnos de nuestra casa. Ni siquiera huimos en [la guerra de] 2006. Pero esta vez están bombardeando de forma masiva", refirió Hatem Yehya, que se ha trasladado desde su domicilio a una nueva vivienda en Sidón.

El facultativo enseña la última comunicación vía WhatsApp que tuvo con uno de sus vecinos. "Me dijo que ni se me ocurriera volver. Su última frase fue: 'Contamos con Alá'. A la media hora me llamó otro amigo y me dijo que había muerto en un bombardeo, junto a su esposa", comentó el médico.

Cada noche, desde hace días, un portavoz del ejército israelí, Avichay Adraee, se dirige en árabe a la población libanesa a través de las redes sociales sumando nombres de aldeas al singular listado que ha diseñado Tel Aviv y que este viernes sumaban ya 123, según la contabilidad del diario estadounidense The New York Times.

"La actividad de Hizbulá nos obliga a actuar. No queremos haceros daño. Tenéis que evacuar vuestras casas inmediatamente. Es por vuestra seguridad. Cualquier que esté cerca de los militares de Hizbulá, de sus instalaciones o sus armas, está corriendo riesgos", se leía en uno de estos escritos.

Israel ya utilizó la misma táctica en Gaza, promoviendo el éxodo de un lugar a otro de cientos de miles de palestinos, algo que comienza a repetirse en este país árabe. Las acciones israelíes han provocado la huida de más de un millón de libaneses, según las estimaciones de las autoridades locales.

La orden israelí insta a que los libaneses se trasladen al norte del río Awali, un reclamo que excede con mucho la línea que marcaba el río Litani, sito a unos 30 kilómetros de la linde con Israel. El Litani delimita la zona incluida en la resolución 1701 que puso fin al conflicto del 2006 y que debería haber permanecido sin presencia de militantes de Hizbulá, algo que no ocurrió.

El Awali recupera los peores temores de la población libanesa, ya que alude a la triste memoria de la invasión de 1982. En aquel entonces, el ejército de Israel llegó hasta Beirut, consiguió derrotar a las milicias palestinas de Yasser Arafat e impuso un tratado de paz al presidente libanés Amin Gemayel.

Quien era ministro de Defensa, Ariel Sharon, también quiso establecer un "nuevo orden" en Oriente Próximo. La misma idea que promueve ahora Benjamin Netanyahu.

Bajo la euforia de aquella iniciativa, en el otoño de 1983 Israel aceptó retirar sus fuerzas al Awali, que dista entre 60 y 90 kilómetros del territorio israelí. Ese repliegue marcó el inicio de la larga estadía de los militares israelíes en el sur del país, donde se apropiaron de toda una franja de territorio que no abandonaron hasta el 2000.

La historia recuerda que todo el esfuerzo israelí en el Líbano concluyó en estrepitoso fracaso. El pacto con Gemayel se firmó el 17 de mayo. En cuestión de meses cientos de soldados americanos habían muerto en sendos ataques suicidas en Beirut, el ejército libanés se había desmoronado frente al acoso de las milicias y el propio Gemayel se vio obligado a revocar el documento que había firmado en 1984.

Al igual que en aquellas fechas, la fuerza aérea del estado judío se ha convertido en el ariete principal de su arremetida contra los militantes de Hizbulá, que siguen peleando con las tropas de Tel Aviv en la linde fronteriza.

En la madrugada del viernes, Beirut se estremeció con otro devastador bombardeo que iluminó la noche y recordó al asalto aéreo que acabó con la vida de Hasan Nasrala. De hecho, Israel informó que la serie de explosiones tenía por objetivo asesinar a Hachem Safieddine, considerado el sucesor más probable del antiguo secretario general del Partido de Dios, cuya suerte se desconoce.

La televisión de Hizbulá, Al Manar, estimó que se habían contabilizado hasta 85 cohetes que dejaron decenas de edificaciones arrasadas, como pudo comprobar este periodista durante la mañana. Desde un campo de fútbol a una estación de policía, decenas de negocios, o las instalaciones municipales del barrio de al Mareija, ubicado en el sur de Beirut y el área más afectada por el suceso.

Algunos de los proyectiles eran bombas especializadas en reventar refugios. Se podía saber por el agujero relativamente pequeño que dejaron en la superficie y la profundidad del conducto que abrieron bajo tierra.

Un grupo de socorristas y de periodistas que se acercaron a uno de los lugares afectados por las explosiones fueron atacados por otro misil israelí que dejó varios heridos. La grabación de las víctimas, permite ver a uno de los presentes tendido en el suelo, en medio de los escombros que había dejado el suceso anterior, gritando "¡Ayudadme, por favor!".

La respuesta de la facción armada llegó de la mano de cientos cohetes que fueron lanzados contra las ciudades norteñas de Israel.

La ofensiva de Tel Aviv ha generado una dinámica que empuja a la región hacia una guerra generalizada que podría involucrar a numerosos países, incluido Estados Unidos, que dispone de varias bases militares en Oriente Próximo y que se ha significado por su apoyo a Israel.

Durante la jornada, Israel admitió el fallecimiento de otros dos soldados, esta vez alcanzados por drones lanzados desde Irak, que consiguieron sortear las defensas aéreas e impactar en una de las posiciones israelíes instaladas en el territorio del Golán sirio, ocupado desde 1967.

Según Doron Kadosh, un corresponsal de la radio militar israelí, el ataque pilló desprevenidos a los uniformados ante el fallo de los sistemas de alerta. "No sabían que el dron se dirigía hacia ellos", escribió en las redes sociales.

"Es la primera vez desde el comienzo de la guerra que las milicias chiíes de Irak causan víctimas en el territorio israelí", añadió.

Sin embargo, el israelí reconoció que los iraquíes ya habían conseguido "superar las defensas [aéreas] muchas veces. Sólo el último día 4 de los 6 drones [que enviaron] explotaron en el territorio israelí. Han causado daños en Araba [en el sur], hiriendo allí levemente a dos personas".

Aunque tiene 32 años, el palestino Omar Qassem, un residente del campo de refugiados de Burj al Barajneh en Beirut, puede enumerar de memoria todas las guerras que ha conocido o que le contaron sus padres desde que se creó Israel en 1948.

Esta es únicamente la última. Qassem, pistola al cinto, era uno de escasos residentes de Burj al Barajneh que no habían dejado esa aglomeración similar a cualquier favela. La explosión del jueves sacudió todo el entorno. La que acabó con Nasrala se produjo a pocos cientos de metros.

Qassem explica que los "hombres" se han quedado en Beirut. Dispuestos a defender su reducto como hicieron en 1982. "Es nuestro destino", precisa. También parece ser el que han elegido en Israel. Guerra de generación en generación.